La demencia es un problema que crece cada vez más. La investigación ha hecho que, hoy en día se pueda definir un poco más el tipo de demencia (tipo Alzheimer, Parkinson, Pick, cuerpos de Lewy…), si bien, por la difícil certeza diagnóstica, suelen ser diagnósticos “probables”.
Es importante desarrollar intervenciones factibles y generalizables diseñadas para ayudar a las personas con demencia y a sus familias. Para ello debemos tener en cuenta en el diseño de la intervención tanto la fase en la que se encuentra la persona con demencia así como, a ser posible su tipología.
La mayoría de las demencias que aparecen en las personas mayores son neurodegenerativas. Con el adecuado tratamiento podemos ayudar a ralentizar la evolución del deterioro. El tratamiento está orientado a mejorar la calidad de vida del paciente con demencia y su entorno familiar. Para ello ha de ser integral, debe actuar sobre los síntomas cognitivos, físicos y conductuales, aunando no sólo medidas farmacológicas, sino también medidas no farmacológicas.
Ambas terapias comparten los mismos objetivos:
- Retrasar el deterioro.
- Mantener funciones conservadas
Mejorar la calidad de vida.